martes, 20 de mayo de 2014

VI. NO COMETERÁS ADULTERIO

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    En los orígenes la prohibición de desear o apoderarse de la mujer del prójimo tenía mucho que ver  con la herencia y. la transmisión de la propiedad. No creo que los adulterios hayan sido muy perseguidos,  ni que tuvieran importancia entre los pobres que no tenían nada que dejar a sus hijos.
·         La monogamia no ha sido, desde luego, la única forma de estructura familiar. Entre los antiguos hebreos y otros pueblos nómadas era normal que el jefe de la tribu tuviera varias mujeres, que fuera una especie de patriarca. Con el tiempo y con el mayor equilibrio en la cantidad de hombres y mujeres se tendió hacia la monogamia.
·         El deseo sexual, por su fuerza y capacidad de arrastre, ha despertado siempre restricciones y  miedos. Si no se hubiese limitado, no habría respetado los tiempos del trabajo, ni las relaciones sociales.
·         Es una energía muy fuerte, que hay que encauzarla para poder manejarla. Las diferentes culturas han  tratado de inhibirlo para que no termine devorando todas las posibilidades de la vida organizada.

·         El sexto mandamiento es probablemente el que produzca una leve sonrisa a quien lo escuche. Una  sonrisa pícara. Es el mandamiento que trata del adulterio, de la fornicación —palabra asombrosa—, de los actos impuros, de todo el mundo del deseo. Abarca los aspectos más variados de las relaciones familiares, los temas estrictamente sexuales, la fidelidad, el matrimonio, dentro de parámetros religiosos, morales, con matices sociales, higiénicos y hasta médicos.

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