martes, 20 de mayo de 2014

IX. NO DESEARÁS A LA MUJER DEL PRÓJIMO


Ø  Por otra parte, te diré que prohibir desear a la mujer es algo incompleto. A riesgo de escandalizarte, te diré que la mujer tiene el mismo derecho de desear al hombre de la prójima. También hay quienes no desean a la mujer del prójimo porque desean al prójimo.
Ø  Una feminista diría que la mujer nunca es del prójimo. Una cosa es que en un momento esté en pareja y otra muy distinta que le pertenezca al otro. Es decir, ella es de sí misma y por lo tanto puede aceptar o rechazar otras relaciones porque no pertenece en el sentido posesivo a otra persona.

Ø  Se trata de un precepto que tiene que ver también con la envidia. Hay veces en las que algunos hombres se gratifican exhibiendo a su mujer; quieren que otros la miren, pero luego se ponen celosísimos de ver que los demás la desean. Lo cierto es que si estuvieran rodeados de perfecta indiferencia y nadie mirara a la señora se sentirían muy frustrados, pero cuando ocurre lo que quieren empiezan a sentir una tremenda desazón. El celoso lo está del deseo del otro que es imposible de aprehender. Se puede poseer un objeto o una persona, pero no su deseo o los de otros sobre ellos. Casi siempre los celos se relacionan con la envidia. Pero la diferencia básica es que se siente envidia de lo que uno no tiene y celos de lo que uno tiene.

Ø  El tema de la seducción es muy complicado. Muchas veces los seres humanos deseamos una cosa porque vemos que otro la desea. ¿Hasta qué punto el deseo de uno es el que motiva que otro a su vez desee lo mismo? Esto es muy frecuente en el juego amoroso. Por eso se dice que cuando un hombre tiene fama de gran conquistador, es porque esa idea que tiene la gente de él le ayuda a conquistar.

Ø  La manera de poseer algo es hacerse uno con ello de manera definitiva. Pero en lugar de ser una ampliación del amor se trata de una disminución ya que lo bonito y lo meritorio es que se amen dos personas distintas, no que se conviertan en una. Eso deja de ser amor y se convierte en egoísmo ya que uno se está amando a sí mismo. Lo difícil es prodigar el amor a otro, respetando su integridad y su carácter. Por eso hay que tener en cuenta el poema de Mario Benedetti cuando dice que tú y yo somos mucho más que dos. Está bien ser más que dos, pero no menos, siempre hay que mantenerse como dos.

Ø  Una de las cosas que no puedo entender es qué tiene de malo poder deleitarse ante una persona hermosa, sea del sexo que sea. Es obvio que en esa contemplación hay una vinculación con nuestra propia sexualidad. No podríamos considerar hermosa a una persona, hombre o mujer, si no tuviéramos de algún modo conciencia de nuestro propio cuerpo y de nuestro carácter sexual. Luchar contra el deseo que nos produce otro es como hacerlo contra la ley de gravedad. Pero de ahí a intentar algún tipo de acto impropio con el otro, hay un abismo.



VIII. NO LEVANTARÁS FALSOS TESTIMONIOS NI MENTIRÁS


Ø  La cortesía está llena de mentiras. Todos nos deseamos unos a otros los buenos días, decimos a las otras personas que las encontramos con un aspecto excelente, o que estamos encantados de conocerlos. Lo que en general ocurre es que no siempre creemos que los días sean especialmente buenos, ni el aspecto del otro nos parece tan bueno, ni estamos tan encantados de conocerlos. Pero en este tipo de amabilidad está basada nuestra relación mutua y, aunque todos estamos al tanto de la ficción que se esconde detrás de estas fórmulas, nos molesta cuando alguien abusa de su sinceridad y deja de lado la cortesía. Supongo que hay un tipo de mentiras que nosotros exigimos a los demás: las de cortesía, las del arte, las de la ficción, y en ocasiones hasta pedimos que se nos oculten realidades desagradables que no podemos cambiar.
Ø  Las sociedades que no actúan contra la mentira avanzan más lentamente y tienen más dificultades para resolver sus problemas. Estar en condiciones de aceptar ciertas verdades no es fácil. A veces hay mucha resistencia y miedo de decirlas. La verdad pareciera que es propia de personas más duras, que están en condiciones de soportar esa herida que produce enterarse de algo malo, pero que sabiéndolo están en posición de lograr superarlo».
Ø  La opinión no tiene que ser creída con la misma certeza que se le da a la información objetiva. Hay que tener en cuenta además que los informadores trabajan en medios de comunicación, algunos de los cuales forman parte de grandes conglomerados que tienen sus propios intereses, que muchas veces no coinciden con ofrecer buena información a la sociedad, sino con la búsqueda de poder para acrecentar sus negocios.
Ø  Para el padre Busso «omisión puede llegar a ser también el consentimiento de una verdad. Muchas veces el que calla otorga. El padre con los hijos hace omisiones de muchas cosas, a sabiendas, porque va contestando de acuerdo a las preguntas que va haciendo el chico, en la medida que crece, y eso no puede considerarse como mentira. El ocultamiento de toda la verdad a veces puede ser una obligación. Otro tema es la restricción mental. Es lo que utilizamos para salvar los secretos más sagrados, por ejemplo, en ciertos casos límite. No podemos decir mentiras, pero podemos hablar sobre un tema determinado, mediante generalidades para no revelar el secreto».
Ø  ¿Qué es la verdad? Así interrogó Pilatos a Cristo en una ocasión célebre. Uno de los grandes filósofos medievales, santo Tomás de Aquino, la definía diciendo que es la adecuación entre el intelecto, la inteligencia humana y la cosa; la adecuación del intelecto con la realidad. Pero a nosotros la que nos interesa es la verdad que surge del mandamiento: no levantar falso testimonio, no mentir. Es la verdad que se adecúa entre lo que nosotros intelectualmente captamos como realidad y lo que decimos o lo que contamos. 

X. NO CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS


ENVIDIA Y CODICIA
·         Este mandamiento, tal como lo conocemos, parece desprenderse del noveno, lo cual demuestra la enorme importancia que tienen los conceptos de la envidia y el deseo.
·         La envidia es el más sociable de los vicios. Proviene de nuestro carácter de animales gregarios. Envidiamos porque nos parecemos unos a otros y, como ya dijimos, la mayoría de las cosas que nos resultan apetecibles son las que vemos desear a otros. Por ejemplo, cuando se hacen regalos a un grupo de niños pequeños, cada uno de ellos está más pendiente de lo que le han dado a los demás que del suyo.
·         El que envidia roba, el que envidia levanta falso testimonio, el que envidia mata, el que envidia comete adulterio. La envidia es la raíz de los grandes males de la sociedad.
·         Puesto que todos somos iguales, todos podemos envidiar a todos. A la persona de clase más baja le gustaría ser el gran financiero, o la gran actriz de cine o el ganador de un concurso de televisión. Ninguno de nosotros se considera excluido de nada.

LA DEMOCRACIA Y LA ENVIDIA
·         La democracia también fomenta la envidia y la extiende. La envidia también codicia ese bien que es el poder, el mando que se tiene sobre la comunidad.
·         Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda. (Martín Lutero)
·         La ambición por tener poder y dinero muchas veces sirve de tapadera de carencias que no pueden adquirirse como los bienes materiales.


VII. NO ROBARÁS


·         No robarás se refería en principio a los secuestros, a no robar almas, a otros seres humanos. El rapto era algo muy frecuente en la época de Moisés, como motivo de la esclavitud o por otro tipo de razones, por lo que con este mandamiento se intentó castigar esa práctica.
·         El que secuestra y vende un ser humano como un objeto tiene condena a muerte en el judaísmo, pero no el que roba objetos materiales.


NAPOLEÓN BONAPARTE
·         Numerosas dictaduras raptaron hombres y mujeres de todas las edades, y transformaron este hecho en un pecado extendido y de gran vigencia.
·         Implementaron el más macabro e infame de los robos: el del hijo de la joven secuestrada en un campo de concentración, donde nace en las condiciones más miserables, porque no hay atención, ni alimentos, ni sanidad.
·         Cuando nos referimos al robo, en general hablamos de la depredación, de privar a personas de forma injusta de cosas que tienen derecho a disfrutar.
·         Todo lo que se come sin necesidad, se roba al estómago de los pobres. (MAHATMA GANDHI)
·         En apoyo a esta frase de Gandhi, surge esa sensación de repugnancia que tenemos ante la inmensa cantidad de millones que mueren de hambre, mientras un grupo de privilegiados muere de indigestión.

YO TE ROBO UNA O VARIAS IDEAS
·         Cuando hablamos de robo imaginamos dinero y propiedades tangibles, pero qué pasa con las cosas intangibles. Por ejemplo, con las ideas, las patentes de los grandes inventos, un tema musical, el argumento de una novela o de una obra teatral.
·         Hoy cualquiera puede obtener a través de internet el texto del último libro, grabaciones musicales o de una película aún no estrenada.

·         Se trata de un mandamiento que abarca todos los campos, relacionado con la moral de las sociedades y los individuos ya que muchas veces tan sólo una delgada línea separa al robo de lo que no lo es.

VI. NO COMETERÁS ADULTERIO

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    En los orígenes la prohibición de desear o apoderarse de la mujer del prójimo tenía mucho que ver  con la herencia y. la transmisión de la propiedad. No creo que los adulterios hayan sido muy perseguidos,  ni que tuvieran importancia entre los pobres que no tenían nada que dejar a sus hijos.
·         La monogamia no ha sido, desde luego, la única forma de estructura familiar. Entre los antiguos hebreos y otros pueblos nómadas era normal que el jefe de la tribu tuviera varias mujeres, que fuera una especie de patriarca. Con el tiempo y con el mayor equilibrio en la cantidad de hombres y mujeres se tendió hacia la monogamia.
·         El deseo sexual, por su fuerza y capacidad de arrastre, ha despertado siempre restricciones y  miedos. Si no se hubiese limitado, no habría respetado los tiempos del trabajo, ni las relaciones sociales.
·         Es una energía muy fuerte, que hay que encauzarla para poder manejarla. Las diferentes culturas han  tratado de inhibirlo para que no termine devorando todas las posibilidades de la vida organizada.

·         El sexto mandamiento es probablemente el que produzca una leve sonrisa a quien lo escuche. Una  sonrisa pícara. Es el mandamiento que trata del adulterio, de la fornicación —palabra asombrosa—, de los actos impuros, de todo el mundo del deseo. Abarca los aspectos más variados de las relaciones familiares, los temas estrictamente sexuales, la fidelidad, el matrimonio, dentro de parámetros religiosos, morales, con matices sociales, higiénicos y hasta médicos.

V. NO MATARÁS

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       Este precepto no se puede entender simplemente como «tú no emplearás la violencia de muerte contra otro», ya que habría que tomarlo de una manera más amplia como «no causarás por acción u  omisión la muerte de otros».
·         El rabino Sacca amplía el tema: «La traducción exacta del mandamiento es "no asesinarás". Lo que está prohibido es el asesinato, y cualquier forma de quitarle la vida a otro individuo, cuando la propia Tora no lo contempla.
·         En cualquier caso, nunca han faltado argumentos para justificar muertes y crímenes. Frente a estas  circunstancias se alza esta súplica, esta exigencia de «nunca más». Quizá sea mucho pedir que «nunca  más» se cometan crímenes y violaciones. Pero no que «nunca más» se intente justificar, legitimar,  convertir en decentes asesinatos y abusos. «Nunca más» se incurrirá en la legitimación de la muerte.
·         Matar significa introducir un principio antisocial por excelencia dentro de la comunidad. La sociedad se basa en la confianza mutua de quienes la componen. Los que están en ella deben ser socios, cómplices en la vida, y no deben transformarse en los enemigos que la amenazan y la destruyen.
·         Si consideramos que la vida humana está en manos de Dios, que es una propiedad divina, que sólo somos usufructuarios o que vivimos de alquiler, entonces no tenemos derecho a quitárnosla. Otra cosa es si pensamos que la vida es un bien al que le debemos dar una jerarquía: alta, baja o sin ningún tipo de interés.
El «no matarás», como la propia muerte, pesa y está presente de forma permanente a lo largo de nuestra vida. Nos hace preguntarnos por nuestro origen y por nuestro fin, por nuestras obligaciones respecto de nosotros mismos, por nuestra existencia y por el mantenimiento de nuestra vida

martes, 25 de marzo de 2014

IV. HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE

·         Muchas veces, esos padres creen que honrarlos significa que su autoridad debe ser indiscutible; que hay que obedecerlos de forma ciega y cumplir con todos sus caprichos.
·         La educación es básica en el desarrollo de la libertad. Pero éste es un tema que encierra un drama. Quien educa, padre o maestro, lo hace para que el educado se vaya, se autonomice. Pero hay una lucha interna, porque uno quisiera retener al educado, ser imprescindible.
·         Honrarás a padre y madre, pero ¿honrarás igual al padre que a la madre? Esto se vio condicionado por las distintas épocas.
·         Estamos frente a una idea que considera que los padres son fenómenos culturales de los cuales se puede prescindir. Frente a estas situaciones, tengo otra lectura de este mandamiento: existe el derecho a tener padre y madre, el derecho a contar con una filiación.
·         Estamos frente a un mandamiento que requiere de un complemento imprescindible: la obligación de honrar a padre y madre trae aparejado el derecho de tener un padre y una madre a quienes honrar.
·         En este sentido, José María Blázquez explica que «en todas las culturas del mundo antiguo, era obligación respetar al padre y a la madre. Lo que hizo en este caso el legislador hebreo fue darle un carácter religioso a la norma. A partir de ese momento era el propio Yahvé el que ordenaba respetar a los padres. Pero el mandamiento abarcaba también a los abuelos, los tíos carnales, los tíos lejanos, etcétera.
·         Honrar significaba socorrerlos en caso de necesidad, enfermedad, vivir con ellos si no podían hacerlo solos. El cuarto mandamiento siempre tuvo un carácter social y económico».