· «Santificar las fiestas»... pues muchas gracias.
¡Por fin un mandamiento en el que se nos ordena algo agradable! Es el único
caso de tu lista de prohibiciones en la que se recomienda algo divertido: un
día de descanso, de fiesta y de satisfacción.
·
El problema de millones de seres humanos en
continentes enteros es que están en el paro. Son desocupados y ni se les ocurre
pensar en los beneficios del tercer mandamiento porque lo que más anhelan es
tener algo que hacer.
·
La idea de un día para santificar y que sea
una fiesta ritual para ofrendar al Señor está ligada al concepto de semana.
Para los griegos y los romanos cada uno de los días estaba dedicados a un dios
determinado.
·
«En el mundo judío había cinco grandes
fiestas, planificadas en función de la agricultura, que al parecer estaban
copiadas de los cananeos y los fenicios. Estas grandes fiestas, como la de los
Tabernáculos, las Pascuas, etcétera, eran de carácter obligatorio y generaban
una interrupción en el trabajo, porque la gente debía desplazarse hasta
Jerusalén, que era el centro de la celebración».
·
En realidad, la idea de dedicar un día a Dios
fue una excusa magnífica, ya que no se podía cocinar, trabajar, ni encender
fuego, etcétera.
·
Vivimos en una época en la cual el ocio es
más cansado que el trabajo. Por ejemplo, la gente siempre vuelve agotada de las
vacaciones, y sería conveniente inventar una forma que permita descansar del
descanso.
·
Uno de los sueños más antiguos de la
humanidad ha sido que las máquinas libraran a los hombres del trabajo, que
fueran una especie de esclavos mecánicos que les permitieran vivir en un ocio
creativo mientras ellas se encargaban de todas las labores.
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